viernes, 16 de diciembre de 2016

El picador de piedras

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Cuento japonés

Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.

Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.

Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.

Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡Quiero ser el sol!".

Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.

Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.

Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.
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El sueño del sultán

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Cuento sufi

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

El sabio dijo:

- ¡Qué desgracia, Mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad

Y el sultán gritó enfurecido:

- ¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!

Más tarde el sultán ordenó que le trajesen a otro sabio para aconsejarle sobre lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al sabio.

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo sorprendido:

- ¡No es posible!

- La interpretación que has hecho del sueño es la misma que el primer sabio.

- No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro

El segundo sabio respondió:

- Amigo mío, todo depende de la forma en que se dicen las cosas.
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La Actitud Interior

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 De 101 cuentos clásicos de la India, recopilados por Ramiro Calle

Eran dos grandes amigos. Trabajaban en un pueblo y decidieron ir a pasar unos días a la ciudad. Comenzaron a caminar y en una gran calle vieron un burdel que estaba frente a frente con un santuario. Uno de los amigos decidió pasar unas horas en el burdel, bebiendo y disfrutando de las bellas prostitutas, en tanto que el otro optó por pasar ese tiempo en el santuario, escuchando a un maestro que hablaba sobre la conquista interior.
Pasaron unos minutos, y entonces el amigo que estaba en el burdel comenzó a lamentar no estar escuchando al maestro en el santuario, en tanto que el otro amigo, por el contrario, en lugar de estar atento a las enseñanzas que estaba oyendo, estaba ensoñando con el burdel y reprochándose a sí mismo lo necio que había sido por no elegir la diversión. De este modo, el hombre que estaba en el burdel obtuvo los mismos méritos que si hubiera estado en el santuario, y el que estaba en el santuario acumuló tantos deméritos como si hubiera estado en el burdel.
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*El Maestro dice: Precediendo a los actos, está la actitud interior.
En la actitud interior comienza la cuenta de méritos y deméritos.

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Leyenda de la creación

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De Antología negra (Mitos, leyendas y cuentos africanos)
de Blaise Cendrars

Cuando las cosas no existían aún, Mebere, el Creador, hizo al hombre con tierra de arcilla. Tomó la arcilla y modeló un hombre. Así dio comienzo este hombre, y comenzó como lagarto. Al lagarto, Mebere lo colocó en una alberca de agua de mar. Cinco días, y aquí tienen: cinco días pasó con él en la alberca de las aguas, y lo sumergió dentro. Siete días: estuvo dentro siete días. Al octavo, Mebere fue a verlo, y asómbrate que el lagarto sale, y asómbrate que ya está fuera. Resulta que es un hombre. Y dice al Creador:

-  Gracias.
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El cuento de las arenas

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Cuento de Awad Afifi el Tunecino
de Cuentos de los Derviches de Idries Shah


Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.
Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró: "El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río"

El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto. "Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino"

- ¿Pero cómo esto podrá suceder?

"Consintiendo en ser absorbido por el viento".

Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. "¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?" "El viento", dijeron las arenas, "cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río"

- ¿Cómo puedo saber que esto es verdad?

"Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río."

- ¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?

"Tú no puedes en ningún caso permanecer así", continuó la voz. "Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial."

Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó - ¿o le pareció? - que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio. Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia. Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera identidad". El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron: "Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña"

Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.

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La túnica de luz

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De Los más bellos cuentos Zen
seguido de El Arte de los Haikus
de Henri Brunel

Había una vez un pobre pescador llamado Hakyu Ryu, que encontraba muy pocos peces y que subsistía a duras penas. Vivía solo -pues no tenía bastante dinero para casarse - en una mísera cabaña situada cerca de un hermoso pinar al pie del monte Fuji Yama, cuya cumbre está cubierta de nieves eternas. Ante su puerta se extendía una larga playa de arena blanca, y contemplaba hasta el horizonte el azul deslumbrante del océano Pacífico. Hakyu apreciaba aquel paisaje encantador, y soñaba a menudo. Eso lo ayudaba a vivir.

Una mañana de primavera, estaba atravesando el pinar cuando de pronto vio colgada de una rama una túnica magnífica, estaba hecha de ligeras plumas plateadas y doradas, el paño parecía tejido de luz, y Hakyu quedó como aturdido al verla. Tentado, vaciló, echó una ojeada por los alrededores. Estaba solo. Cogió la túnica, se la llevó a su cabaña, y la escondió bajo una pila de leña. Aquella noche, en su tatami, antes de caer en el sueño, calculó  los beneficios que le procuraría su latrocinio.

"Mañana iré al mercado, venderé esa túnica a buen precio, compraré redes nuevas y fuertes, quizás una barca, y así pescaré mucho, me haré rico, y entonces me casaré..."Con estas visiones maravillosas, se quedó dormido.

Durante la noche, tuvo un sueño. Se le apareció una muchacha muy hermosa: "Soy un ángel - le dijo -, vengo de los cielos para visitar el mundo. Pero me habéis quitado la túnica. ¡Os suplico que me la devolváis!"

Hakyu la interrumpió: "No entiendo lo que decís, yo no os he quitado vuestra túnica, nunca la he visto! Pero, puesto que estáis en mi casa a estas horas de la noche, venid y compartir la cama conmigo". Y llevado por un brusco deseo, la abrazó y quiso besarla. Entonces despertó. Aquel sueño le dejó en la boca un sabor amargo, y sintió vergüenza. "¡¿Cómo?! - se dijo -, robo una túnica magnífica, le digo una mentira a la muchacha a quien pertenece, y quiero obligarla a acostarse conmigo". Se acordó de un maestro zen cuyas enseñanzas había seguido él en su juventud: "No tendrás paz ni felicidad si no practicas la justicia, si te apartas de la verdad, si no sientes compasión". Hakyu decidió entonces buscar a la muchacha por todas partes y no descansar hasta haberle devuelto la túnica de luz.

A la mañana siguiente, muy temprano, se fue a la playa y escrutó el horizonte, pero en vano. Se acercó al pinar, y allí, bajo un árbol, vio a la muchacha de su sueño, que estaba llorando. Le devolvió la túnica. Ella le dio las gracias con mucha alegría y muy efusivamente. Cuando se puso la túnica de luz, se transformó y se convirtió en un ángel que ascendió suavemente a los cielos danzando con gracia inaudita.

El teatro No representa a menudo aquella danza del ángel. Es un espectáculo extraordinario, uno de los más hermosos que se puedan imaginar. Hakyu fue el primero en haberlo visto, y cayó en éxtasis. Regresó a su cabaña, y los días siguientes pescó tanto pescado como podían contener sus redes. Se casó, tuvo muchos hijos, y todos vivieron felices durante mucho, mucho tiempo.

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¿Es un cuento zen? ¿un cuento de hadas? La moraleja parece clásica, y podría expresarse así: "La sinceridad, la equidad y la compasión son virtudes recompensadas. No hay que robar". Pero este cuento nos dice otra cosa más, simbolizada por la túnica de luz, que es lo único que permite acceder al cielo y que magnifica toda realidad. Que cada cuál siga aquí el silencio y su propia intuición.

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                           - ¡Maestro, qué alta brilla la luna clara y apacible!

                          - ¡Sí, está muy lejos!

                          - Maestro, ayudadme a elevarme hasta ella

                          - ¿Para qué? ¿No viene ella a ti?".
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miércoles, 14 de diciembre de 2016

De como El Viejo Tonto removió las montañas

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Cuento del Lie Zi de Fábulas antiguas de China

Las montañas Taihang y Wangwu tienen unos setecientos li* de contorno y diez mil ren* de altura.

Al norte de estos montes vivía un anciano de unos noventa años al que llamaban El Viejo Tonto. Su casa miraba hacia estas montañas y él encontraba bastante incómodo tener que dar un rodeo cada vez que salía o regresaba: así, un día reunió a su familia para discutir el asunto.

- ¿Y si todos juntos desmontásemos las montañas? - sugirió -. Entonces podríamos abrir un camino hacia el Sur, hasta la orilla del río Hanshui.

Todos estuvieron de acuerdo. Sólo su mujer dudaba.

- No tienen la fuerza necesaria, ni siquiera para desmontar un cerrejón - objetó -. ¿Cómo podrán remover esas dos montañas? Además, ¿dónde van a vaciar toda la tierra y los peñascos?

- Los vaciaremos en el mar - fue la respuesta.

Entonces El Viejo Tonto partió con sus hijos y nietos. Tres de ellos llevaron balancines. Removieron piedras y tierra y, en canastos las acarrearon al mar.
Una vecina, llamada Jing, era viuda y tenía un hijito de siete u ocho años; este niño fue con ellos para ayudarles. En cada viaje tardaban varios meses.

Un hombre que vivía en la vuelta del río, a quien llamaban El Sabio, se reía de sus esfuerzos y trató de disuadirlos.

- ¡Basta de esta tontería! - exclamaba -. ¡Qué estúpido es todo esto! Tan viejo y débil como es Usted, no será capaz de arrancar ni un puñado de hierbas de esas montañas. ¿Cómo va a remover tierra y piedras en tal cantidad?

El Viejo Tonto exhaló un largo suspiro.

- ¡Qué tonto es Usted! - le dijo -. No tiene Usted ni siquiera la intuición del hijito de la viuda. Aunque yo muera quedarán mis hijos y los hijos de mis hijos; y así sucesivamente, de generación en generación. Y como estas montañas no crecen, ¿por qué no vamos a ser capaces de terminar por removerlas?

Entonces El Sabio no tivo nada que responder.
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*1 li = 1/2 km
 
* Ren es una medida de longitud de la China antigua. 1 ren equivale a 2 1/2 metros apróximadamente.
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El pintor

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De Cuentos espirituales del himalaya de Ramiro Calle

El monarca de un lejano reino de las montañas llamó al mejor pintor que existía y le preguntó:

- ¿Cuáles son las cosas más difíciles de pintar?

El pintor, sin dudado, aseveró:

- Los perros, los caballos y otras criaturas.

Extrañado, el rey preguntó:

- Entonces, ¿cuáles son las más fáciles?

- Los fantasmas, los monstruos y cosas similares - repuso el pintor, riendo.

Intrigado, el rey preguntó la causa y el artista repuso:

- No hay nadie que no sepa cómo es un perro o un caballo, pero en cambio nadie ha visto monstruos ni fantasmas, por lo que uno los puede representar como quiera.

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Es más fácil perderse en abstracciones metafísicas y especulaciones filosóficas que seguir el método para alcanzar la sabiduría. Del mismo modo, es más sencillo extraviarse en recuerdos y fantasías que afrontar ecuánimamente los hecho como son a cada momento. 
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La Farmacia de Nasrudín

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Cuento de Mullah Nasrudín

Nasrudín estaba sin trabajo y preguntó a algunos amigos a qué profesión podía dedicarse. Ellos le dijeron: - Bueno, Nasrudín, tú eres muy capaz y sabes mucho sobre las propiedades medicinales de las hierbas. Podrías abrir una farmacia.

Se fue a casa, pensó en ello y dijo: - Sí, es una buena idea, creo que soy capaz de ser farmacéutico. Claro que Nasrudín estaba pasando por uno de esos momentos en los que deseaba ser muy prominente y muy importante: - No voy a abrir solamente un herbolario o una farmacia que se ocupe de hierbas, voy a abrir algo enorme y a producir un impacto significativo.

Compró una tienda, instaló las estanterías y vitrinas, y cuando llegó el momento de pintar el exterior colocó un andamio, lo cubrió con sábanas y trabajó detrás de él. No le dejó ver a nadie qué nombre le iba a poner a la farmacia, ni cómo estaba pintando el exterior.

Después de varios días, distribuyó folletos que decían: "La gran inauguración es mañana a las nueve". Todas las personas del pueblo y de los pueblos de los alrededores vinieron y se quedaron de pie esperando frente a la nueva tienda. A las nueve en punto salió Nasrudín, y con gesto teatral quitó la sábana que cubría la fachada de la tienda, y había allí un enorme cartel que decía:

"FARMACIA CÓSMICA Y GALÁCTICA DE NASRUDÍN", y debajo, con letras más pequeñas: "Armonizada con influencias planetarias".

Muchas personas quedaron muy impresionadas, y él hizo muy buenos negocios ese día. Por la tarde, el maestro de la escuela local fue y le dijo: - Francamente, Nasrudín, esas afirmaciones que usted hace son un poco dudosas. - No, no, - dijo Nasrudín -. Todas las afirmaciones que hago acerca de influencias planetarias son absolutamente ciertas: cuando el sol se levanta, abro la farmacia y cuando el sol se pone, la cierro.
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lunes, 12 de diciembre de 2016

El Tesoro de Bat

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Cuento Mongol

Nasan era un anciano que vivía feliz en la gran estepa de Mongolia. Haciendo honor a su nombre, que significa “larga vida” en mongol, estaba a punto de cumplir los cien años, pero todavía podía cuidar de sus caballos, ovejas y camellos.

Cada día se despertaba muy temprano, salía de la tienda en la que vivía durante la primavera y el verano, y se paraba para ver salir el sol por detrás de la estepa. Tenía la convicción de que esa costumbre de saludar al sol cuando este salía era lo que le daba la vitalidad que tenía pese a su edad.

Además de cuidar de los caballos, Nasan también ordeñaba sus yeguas. Con la leche que conseguía hacía aarul, su comida favorita. El aarul es un producto parecido al queso, que Nasan ponía en unas cajas de madera y colocaba en el techo de su tienda para que fermentara al sol. Con la leche también hacía una bebida de sabor parecido a la cerveza, el airag.

Un día, Nasan vestía como casi siempre: con sus botas acabadas en punta, su del, que es una casaca larga anudada a la cintura, sus pantalones anchos y un gorro en forma de casquete. Nasan cogió un poco de aarul para el camino y una bota de airag para cuando tuviera sed y salió en busca de sus rebaños.

Mientras Nasan cabalgaba, vio al lado del camino a un chico, de unos 12 años de edad, que parecía muy triste. A Nasan le dio pena y decidió pararse a hablar con él.
 
– ¿Qué te ocurre muchacho? - preguntó Nasan.
 
¿Qué me ocurre? ¡Todo me ocurre! ¡Mi vida es una desgracia! - empezó a lamentarse el joven-. ¡Hubiera sido mejor que no hubiese nacido!

Nasan se apiadó del chico y le dijo:
 
– No digas eso, pequeño. A ver, cuéntame lo que te pasa. Dicen que las penas compartidas dejan de ser penas. Para empezar, ¿cuál es tu nombre?
 
– Me llamo Bat – contestó el chico.
 
– Bat significa “firme” en mongol, pero la verdad es que no pareces muy firme-. Eso hizo que el chico mirase sorprendido al anciano.
 
– Ahora eso no me importa mucho, la verdad. Si supieras lo que me ha pasado me entenderías -añadió Bat. Y continuó explicándole su historia en un tono muy triste -. Me he quedado solo en el mundo. Mis padres han muerto y no tengo ni caballos, ni ovejas ni siquiera un techo en el que cobijarme. ¡No tengo nada!
 
– Lo siento-. A Nasan le dio mucha pena que Bat hubiese perdido a sus seres queridos.- Pero tienes toda la vida por delante, no lo puedes ver todo tan negro.
 
– ¿Es que no lo ves? ¡No tengo nada! ¿Como viviré a partir de ahora si no tengo nada?-exclamó el chico mientras bajaba la cabeza, intentando aguantarse las lágrimas delante del anciano.
 
– ¿Tú crees que no tienes nada? Pues yo veo que tienes muchos tesoros.

El chico subió la cabeza de golpe y miró a Nasan abriendo mucho los ojos.
 
– ¿Es una broma? Anciano, por favor, no te burles de mí-. Dijo abatido el niño.- ¡No ves que no tengo nada!
 
– No me estoy burlando de ti. Pero te repito que yo veo que tienes muchos tesoros y, si quieres, podemos hacer un trueque.
 
– Pero si no tengo nada que cambiar- repitió el niño-. Y menos un tesoro o algo valioso como un rebaño de ovejas o de caballos.
 
– Pues, a ver que te parece esto. Yo te doy mi rebaño de ovejas, pero a cambio tú me tienes que dar un ojo-, explicó Nasan.
 
– ¿Mi ojo? ¡No, no! ¡Cómo quieres que cambie mi ojo por un rebaño de ovejas!-, se asustó el pequeño.
 
– ¿No quieres? Pues a ver qué te parece esto: si me das tus brazos yo te daré una manada de camellos. Me parece un buen cambio, ¿no?- ofreció el anciano.
 

– ¿Mis brazos? ¡No me interesa en absoluto!-se quejó Bat.
 
– Pues entonces podemos cambiar mi tienda y todo el oro que hay en ella por una de tus piernas.
 
– ¡Estás loco! ¿Como quieres que te dé una de mis piernas? ¡No cambiaría mi pierna por nada del mundo!- Exclamó Bat, que cada vez estaba más alterado.

Nasan se puso la mano en la barbilla y siguió preguntando:
 
– ¿No? ¿Y si me vendieras un brazo, una pierna y un ojo, el lote completo? Por todo eso te daría mis caballos, mis ovejas, mis camellos, la tienda y toda la plata y el oro que tengo. ¿Aceptas? - preguntó Nasan.
 
– ¡No, no! ¡Ni por todo el oro, caballos o camellos del mundo!

Entonces Nasan se incorporó y se echó a reír a grandes carcajadas.
 
– ¿Lo ves? Tú mismo lo dices. Aunque me digas que no tienes nada, cuando te ofrezco comprarte algo que es tuyo me contestas que ni por todos mis animales ni por todo el oro del mundo. ¡Tú mismo lo estás diciendo! ¡Es mucho más valioso lo que tienes que todas mis posesiones y dinero!
 
Bat se irguió de pronto al escuchar al viejo y empezó a reflexionar sobre las palabras de Nasan.
 
– Tus tesoros son la salud, la fortaleza y la juventud. ¿No lo ves? ¡Tú mismo eres tu tesoro! Y si en lugar de estar aquí lamentándote, te pones a utilizar tu cabeza y tus brazos y piernas podrás conseguir lo que te propongas -, explicó Nasan.
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El mundo de los espejos y el mundo de los humanos

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De la introdución del libro "Espejo y Reflejo: del Caos al Orden"
(Guía ilustrada de la Teoría del Caos y la Ciencia de la totalidad)

de John Briggs y F. David Peat

Una antigua leyenda china nos brinda una metáfora de los enigmas del orden y el caos.

Según esta leyenda, hubo una época en que el mundo de los espejos y el mundo de los humanos no estaban separados como lo estarían después. En estos tiempos los seres especulares y los seres humanos tenían grandes diferencias de color y de forma, pero convivían en armonía y además era posible ir y venir a través de los espejos. Sin embargo, una noche las gentes especulares invadieron la tierra sin advertencia y se produjo el caos. Mejor dicho, los seres humanos pronto advirtieron que las gentes del espejo eran el caos.

Los invasores eran muy poderosos, y sólo se les pudo derrotar y regresar a los espejos gracias a las artes mágicas del Emperador Amarillo-. Para mantenerlos ahí, el emperador urdió un hechizo que obligó a esos seres caóticos a copiar mecánicamente los actos y la apariencia de los hombres.

La leyenda aclara que el hechizo del emperador era fuerte pero no eterno, y predice que un día el hechizo se debilitará y las formas turbulentas de los espejos empezarán agitarse. Al principio la diferencia entre las formas especulares y las formas conocidas pasará inadvertida, pero poco a poco se separarán pequeños gestos, se transfigurarán colores y formas, y de pronto ese mundo encarcelado del caos se volcará violentamente en el nuestro.

Tal vez ya esté sucediendo.
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Moisés y las Tres “Injusticias”

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 Cuento hebreo

El Midrash cuenta que un día Moisés estaba en el desierto, descansando detrás de unos arbustos, cerca de un oasis. De repente vio llegar un viajero que se asomó a la fuente para tomar agua y al agacharse se le cayó su bolso de dinero. No se dio cuenta y siguió su camino.

Al rato llega otra persona a tomar agua. Encuentra el dinero, se lo lleva y se va.

Llega una tercera persona a tomar agua y se acuesta a descansar en la sombra de los árboles.

Mientras tanto el primero se da cuenta que había perdido su dinero y vuelve al oasis a buscarlo. No lo encuentra y acusa al hombre que estaba descansando. El hombre negó haberlo encontrado. El primero no le cree, se enoja y lo mata.

Moisés levanta sus ojos al cielo y dice: ¡Amo del universo! ¿Dónde está la justicia?

D-os le responde: Te voy a explicar el tema esta única vez.

El dinero que el primero perdió no era suyo. Lo había heredado de su padre quien, a su vez, lo había robado.

El segundo fue a quien el padre del primero le había robado. Hoy le devolví lo suyo.

¿Y el tercero?

El tercero fue el asesino del padre del primero. El hijo hizo la justicia, sin saberlo.

Vemos de esta historia que realmente no podemos juzgar la justicia únicamente en base a  lo que nuestros ojos ven. Está en nosotros aceptar o no la justicia suprema e infalible del Creador del Universo, aún sin entenderla.

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El árbol atormentado

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 Cuento indio de
Swami Jyotirmayananda

Había una vez en un bosque un árbol gigantesco. Tenía varias ramas con muchas hojas hermosas, era el más sano y majestuoso árbol en todo el bosque.Todos los demás árboles lo adoraban y él se volvió orgulloso. Cuando movía sus ramas decía "Yo soy el árbol más poderoso del mundo; hasta el dios del viento me teme".

Pronto todos los demás árboles comenzaron a murmurar acerca de estas palabras orgullosas y finalmente estos murmullos llegaron a los oídos del dios del viento.

Cuando el dios del viento supo que un árbol había desarrollado un gran orgullo y comenzado a alardear de que era más poderoso que él mismo, dijo "Debo cuidarme de ese árbol arrogante. Iré contra él con todas mis fuerzas mañana temprano,  justo cuando los primeros rayos de sol lo toquen".

Los murmullos de los árboles llevaron rápidamente el mensaje al árbol gigante. Una vez que el árbol supo que el dios del viento lo  atacaría a la mañana siguiente, entro en razón y se asustó terriblemente; se paso toda la noche toda la noche temblando de miedo, de manera que todas sus hojas se le cayeron, muchas de sus ramas se quebraron y por la mañana el árbol era la viva imágen de la miseria.

Cuando el dios del viento llegó soplando entre el bosque y vio al árbol, quedó sorprendido y le dijo: "¡Oh, árbol!, yo nunca intenté ponerte en ese estado, yo sólo habría llegado y sacudido algunas de tus ramas, ¿por qué hiciste eso? No había razón de que te pusieras en ésta trágica situación".
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El mensaje de la parábola es que la mente humana es hábil para dramatizar la miseria que aún no ha llegado. Cuando uno dramatiza el dolor y la tristeza, los hace cien veces peores. La miseria real será mucho menor.

Lo que realmente sucede en el mundo nunca es tan terrible como la mente se lo imagina. Cuando piensan en los sucesos de la vida, ¿cuántas veces se han permitido agitarse cuando las cosas no eran tan malas? Las cosas nunca son tan malas como nuestra imaginación dice que va a ser. Una imaginación como ésa debilita a la mente no una, sino mil veces y la mantiene atrapada.

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La apuesta del viejo guerrero

De El Camino del Guerrero de Tajima

El señor Naoshige declaró un día a Shimomura Shoun, uno de sus más viejos samurais:

- La fuerza y el vigor del joven Katsuchige son admirables para su edad. Cuando lucha con sus compañeros vence incluso a los mayores que él.

- A pesar de que ya no soy joven estoy ddispuesto a apostar que no conseguirá vencerme - afirmó el anciano Shoun. Para Naoshige fue un placer organizar el encuentro que tuvo lugar esa misma noche en el patio del castillo, en medio de un gran número de samurais. Estos estaban impacientes por ver lo que le iba a suceder al viejo farsante de Shoun.

Desde el comienzo del encuentro, el joven y poderoso Katsushige se precipitó sobre su frágil adversario agarrándolo firmemente, decidido a hacerlo picadillo. Shoun estuvo a punto de caer varias veces al suelo y de rodar en el polvo. Sin embargo, ante la sorpresa general, cada vez se restableció en el último momento. El joven, exasperado, intentó dejarle caer de nuevo poniendo toda su fuerza en el empeño, pero esta vez, Shoun aprovechó hábilmente su movimiento y fue él quien desequilibró a Katsushige arrojándolo al suelo.

Después de ayudar a su adversario semi-inconsciente a levantarse, se acercó al señor Naoshige y le dijo:

- Sentirse orgulloso de su fuerza cuando aún no se domina la fogosidad es como vanagloriarse públicamente de sus defectos.
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Ilusiones espantando ilusiones

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De La conciencia sin fronteras
(Aproximaciones de Oriente y Occidente al crecimiento personal)
de Ken Wilber
(Capítulo VI: Crecimiento de las fronteras)

Durante un viaje en autobús, un hombre se encontró con un viejecillo de aspecto tembloroso, el cual tenía en una mano una bolsa de papel e iba echando en ella trocitos de comida. Finalmente, el otro pasajero no pudo aguantar la curiosidad y le preguntó qué era lo que llevaba en la bolsa de papel.

- Una mangosta. Como debe usted saber es un animal que puede matar serpientes.

- Pero, ¿por qué la lleva con usted?

- Es que soy alcohólico y necesito la mangost para que espante a las serpientes cuando sufro un ataque de delirium tremens.

- ¿Pero no sabe uste que esas serpientes son imaginarias?

- Sí, claro - replicó el viejo -, pero la mangosta también lo es.

De la misma manera, nos valemos de la ilusión del tiempo para espantar la ilusión de la muerte.
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El Derviche que se encontró con un burro en sus sueños

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De El jardín de los derviches de Sheikh Muzzafer Ozak
(La Importancia de los Sueños)
    
Una vez un gran sheikh tenía entre sus seguidores un derviche que se enorgullecía de su devoción. El sheikh instruyó al piadoso derviche que observe un período de retiro solitario. Recluido en su cuarto, el discípulo se entregó a sí mismo diligentemente al recuerdo y la contemplación hasta que un burro apareció y trastornó su concentración.

“Reverendo Sheikh”, se quejó a su guía, “un burro me atacó en mi cuarto. Me molestó tanto que me sentí muy perturbado para seguir con mi recuerdo y meditación”.

 “Vuelve a tu cuarto”, le dijo el venerable Sheikh.

“Si ese burro vuelve y te interfiere nuevamente, ¡tómalo de las orejas y llámame!
El piadoso derviche asintió. No mucho después de haber vuelto a su cuarto y retomado sus devociones es que el burro hizo su aparición nuevamente. Esta vez el discípulo tomó el animal de las orejas y gritó llamando al sheikh.

El Maestro esperaba el llamado.

Apenas abrió la puerta del cuarto, encontró al piadoso derviche tomándose de sus propias orejas. A la señal de su maestro, el tonto volvió a sus cabales. Viendo el verdadero estado del asunto, el tomó conciencia que las orejas del burro que había tomado no eran otras que las suyas.

Se arrojó a los pies de su Sheikh, lamentándose y humillándose mientras clamaba por una clarificación.

El venerable Sheikh entonces interpreto la ocurrencia diciendo:

“El burro que apareció para atacarte impidiéndote de realizar tu remembranza y meditación, era el animal formado de tu propia naturaleza interior. Su aparición indica que tú todavía no eres interiormente un ser humano”.
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De acuerdo a sus respectivas faltas y debilidades la gente tiene comportamientos de varios animales. 
 

Por ejemplo, una persona sensual, dominada y controlada por deseos carnales, se comportará como un burro; una persona tirana y cruel, como una serpiente; una persona con una lengua maliciosa, como un escorpión; un engañador como un zorro; uno que vive de las ganancias de otro, como una rata o un cerdo; aquél que alienta al opresor y machaca al débil, como un perro; el vicioso desagradecido, como un gato; aquél que es falso con los demás, como un mono; al que hace gala de, como una hiena; un tipo destructivo como un leopardo, un tigre o un oso.

Entrenar a esos animales para desempeñarse en el circo es una tarea mucho más fácil que domesticar el ser humano que esta revestido de ellos en carácter.
La malicia y la corrupción son característica del hombre más que los animales. Pero no nos olvidemos que ser interiormente humano es ser superior que los mismos ángeles.
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viernes, 9 de diciembre de 2016

El Libro Almohada (El sueño de Avena)

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De Las mejores leyendas Taoístas de Lieh - Tzu, Chuang - Tzu y otros

En el año sexto del reinado de Kai Yuan (719 d. C.), un taoísta estaba viajando y se detuvo a descansar en una posada al costado del camino. Después de sacarse el sombrero, intentó dormir usando su bolso como almohada. Al cabo de un rato, un joven llamado Lu Sheng entró en la posada. Vestía un saco corto y cabalgaba un asno. Comenzó a charlar con Lu el taoísta y se hicieron amigos rápidamente. Entonces, Lu miró su saco viejo y gastado y suspiró: "¡Un verdadero hombre debería lograr algo en el mundo, en vez de vivir en tal decrepitud!". El taoísta le dijo: "Por lo que puedo ver, usted no tiene ni dolor ni enfermedad. Los dos estábamos hablando de muchas cosas placenteras. ¿Por qué está repentinamente tan melancólico?"

Lu Shen dijo: "Estoy meramente viviendo. Ni siquiera me he aproximado a alcanzar mis sueños".

El taoísta contestó: "Si esto no es suficiente para usted, ¿qué necesita para estar contento?"

 Lu Sheng respondió: "En la vida, un verdadero hombre de cultura debería realizar muchas cosas y alcanzar mucho honor. Debería por lo menos llegar a ser un general o un Primer ministro. Debería comer las delicadezas del mundo, escuchar las más maravillosas músicas y mirar la danza de mujeres hermosas. No debería estar satisfecho hasta ser capaz de llevar riqueza y poder a su familia. En cuanto a mí, he puesto mucho esfuerzo en mis estudios y he aprendido muchas cosas. Pensé que la erudición podría proporcionarme riqueza y honor, pero ahora ya estoy en mi mejor edad y aún debo trabajar en el campo y vivir del sudor de mi esfuerzo. ¿No es esto razón suficiente para estar melancólico?". Cerró los ojos fatigadamente y se preparó para dormir.

Para entonces, el posadero estaba cocinando avena en la cocina. El taoísta sacó una almohada de su bolso y se la dio a Lu Sheng. "¿Por qué no duerme sobre esta almohada? Yo le prometo riqueza y fama tal como la desea".

Era una almohada hecha de porcelana azul. De cada lado de la almohada había un pequeño agujero. Cuando Lu Sheng apoyó su cabeza sobre ella, el tamaño del agujero comenzó a agrandarse. Lu Sheng se levantó, caminó dentro del agujero y se encontró de vuelta en su propia casa. Después de unos meses, se casó con la hija del poderoso clan Tsui. Su esposa era hermosa. A causa del monto de la dote, se volvió rico. Y debido a la influencia de su familia política, su  prestigio creció gradualmente.

Al año siguiente, pasó los exámenes del nivel más alto para el servicio civil. Se elevó con rapidez a la jerarquía del gobierno. Después de tres años, llegó a ser prefecto de Shanchou. Utilizando sus habilidades, hizo un canal que trajo mucho comercio a la prefectura. La gente estuvo muy agradecida y le hicieron un monumento. Luego fue asignado a la gran ciudad de Kaifeng como procurador, más tarde ascendido nuevamente como intendente de la capital imperial.

En ese tiempo, el emperador se estaba concentrando en expandir el territorio del imperio. Entonces, los tibetanos atacaron y ocuparon una ciudad de frontera. El emperador consideró muchos candidatos para la incipiente guerra con Tíbet. Decidió elegir a Lu Sheng como comandante general para el teatro de operaciones de Hoshi. Lu Sheng luchó contra los tibetanos y los derrotó. Entonces construyó tres grandes fortalezas para proteger la frontera del imperio. La gente de la frontera estuvo muy agradecida por la paz, y se erigió otro monumento en su honor.

Cuando retornó a la capital, el emperador acumuló honores y títulos sobre él. Lo convirtió en Ministro de Documentos y Ministro del Servicio Civil, así como Censor en jefe; su prestigio no tenía igual y el pueblo lo amaba. Pero el Primer Ministro estaba celoso de su poder y esparció rumores maliciosos. Lu Sheng fue degradado al rango de administrador local.

Al cabo de tres años, el emperador lo llamó de regreso y lo hizo Ministro de Rituales. Luego llegó a ser Primer Ministro Auxiliar. Gobernó el imperio en conjunto con el Primer Ministro Hsiao Sung y con Pei Kuang-ting; el emperador confiaba en él, implícitamente. Su consejo era sabio y muchos admiraban su sabiduría. El otro Primer Ministro lo odiaba. Nuevamente esparcieron rumores y proporcionaron evidencia de su intención de rebelarse contra el emperador. Éste dio orden de que lo arrestaran. Cuando los soldados fueron a buscarlo a su casa, para llevar a cabo la orden, Lu Sheng se atemorizó mucho. Le dijo a su esposa: "En mi hogar tengo cincuenta acres de buena tierra. Eso es más que suficiente para una buena vida. ¿Por qué tuve que meterme en política? ¡Ahora, aunque sueñe con vestir una chaqueta corta de algodón y cabalgar un burro para ir a trabajar, sé que nunca podré alcanzar ese sueño!"

Desenvainó su espada y se preparó para suicidarse, pero su esposa le arrebató la espada. Después de que lo arrestaron, todos los que habían estado involucrados con él fueron ejecutados. Pudo escapar con vida tan sólo porque los sirvientes del emperador hablaron bien de él. Fue exiliado a una prefectura muy lejana.

Transcurridos muchos años, el emperador descubrió que lo habían engañado. Lo llamó de vuelta a la corte y lo designó Primer Ministro. También obtuvo el título de Duque de Yen.

A lo largo de los años nacieron cinco hijos. Todos ellos llegaron a ser grandes oficiales de la corte. Tuvo diez nietos. Ejerció poder en la corte imperial durante cincuenta años, aunque sufrió el exilio dos veces. Dispuso de más concubinas hermosas de las que pudo contar. Escuchó música ejecutada por los mejores músicos del imperio. El emperador almacenó sobre él regalos de valor inestimable, incluyendo tierras, mansiones, caballos de pura sangre y cosas así.

Ya de viejo, intentó renunciar y volver a su tierra natal, pero el emperador se rehusó. Cuando enfermó, el emperador envió muchos eunucos para que cuidaran de su salud y los mejores médicos para que atendieran. Para agradecerle al emperador escribió:

"Yo era simplemente un pobre estudioso, en la provincia de Shantung. Vivía de trabajar la tierra. Cuando Su Majestad generosamente me vistió, llegué a ser un oficial del Imperio. Mediante el aliento de Su Majestad, me convertí en general fuera del Imperio y en sirviente civil dentro del mismo. Estoy endeudado con Su Majestad por muchos, muchos años. Cuando advierto cuánto carezco de talento y sabiduría, siento como si hubiera estado caminando sobre hielo fino. Ahora que he ocupado el más alto de los cargos y alcanzado la edad de ochenta años, me doy cuenta de que ya no puedo pagar mi deuda con Su Majestad. Tan sólo puedo hacer Kowtow (muestra de respeto, en la que se toca el sueño con la frente) en su presencia".

El emperador respondió a su carta así:

"Usted utilizó su talento y conocimiento para servirme. Fuera del Imperio venció a mis enemigos. Dentro del mismo, puso a la corte en buen orden. Nos ha dado más de veinte años de paz. Cuando oí hablar de su enfermedad, pensé que era solamente un pequeño malestar. Ahora advierto lo seria que es. Cuídese mucho por mí. Espero que mejore pronto".

Esa noche, Lu Sheng murió.

Entonces Lu Sheng despertó y bostezó. Miró alrededor. Aún estaba en la posada del costado del camino. El posadero todavía cocinaba la avena. Su sueño había sido tan breve que la avena aún no estaba lista. Murmuró para sí mismo: "¿Fue todo un sueño?"

El taoísta dijo: "¿Alcanzaste tu sueño? Eso es todo lo que hay"

Lu Sheng respondió: "He probado la grandeza y el ser degradado, la destitución y la riqueza, la vida y la muerte. ¿No me está enseñando usted que yo ya no debería añorar el poder y la riqueza? ¿Cómo puedo no aprender esta lección?". Le hizo una reverencia al taoísta y partió.

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Este cuento clásico muestra la importancia de ser consciente de lo efímero de la vida y no dejarse atrapar por los sueños y proyectos personales sino prestar atención a la práctica del Tao. Esto no significa no tener proyectos ni ambiciones. Significa no ser su esclavo ni sufrir como consecuencia de ellas. Luego de todas las grandes obras llevadas a cabo en la vida, hemos de abandonar este mundo. Si las circunstancias se presentan favorables, debemos aprovechar la oportunidad de hacer algo por los demás, pero tratar de provocar afanosamente estas circunstancias...


Es interesante advertir que se dice que el inmortal Lü Tongpin decidió abrazar el camino de la Inmortalidad, después de una experiencia similar a la de esta historia.
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Disfraz

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 De El Monasterio Mágico de Idries Shah

Cierta vez una abeja descubrió que las avispas no sabían fabricar miel y se propuso
explicarles cómo hacerla, pero una abeja sabia le advirtió:

- Las abejas no gustan a las avispas, y si las abordas directamente no te escucharán pues están convencidas, desde hace ya mucho tiempo, que las abejas están en contra de ellas.

La abeja meditó sobre este problema largo tiempo, hasta que, finalmente, se le ocurrió que si se cubría de polen amarillo adquiriría aspecto de avispa, en tal grado que las avispas la tomarían como a una de ellas.

Entonces se presentó ante ellas como una avispa que había hecho un gran descubrimiento y empezó a enseñar a las avispas cómo se hace la miel. Las avispas se mostraron encantadas y, sometiéndose a su dirección, trabajaron fuertemente y muy bien.

Con el calor de la actividad, el disfraz de la abeja había desaparecido y, en una pausa de descanso, las avispas pudieron descubrir su verdadera identidad. Entonces, todas a un tiempo, se lanzaron sobre ella y la mataron a aguijonazos por intrusa y antigua enemiga; y, por supuesto, toda la miel producida quedó abandonada... ¿No era acaso la obra de una extranjera?
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La reunión de Artes Marciales de los Gatos

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Cuento Zen

Hace 200 años, en Japón, antes de la Restauración Meiji, existió un maestro de Kendo llamado Shoken, su hogar estaba invadido por una inmensa rata. Esta es una historia inusual de gatos y ratas
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Cada noche la rata grande llegaba a la casa de Shoken y lo mantenía despierto. Tenía que dormir durante el día. Consultó a un amigo que se dedicaba a criar gatos, algo así como un entrenador de gatos. Shoken le dijo: "Préstame tu mejor gato".

El entrenador le prestó un gato de callejón, extremadamente rápido y un muy ávido cazador de ratas, con garras firmes y músculos de gran fuerza. Pero cuando se enfrentó cara a cara con la rata en la habitación, la rata no cedió terreno y el gato tuvo que darse la vuelta y correr. Había algo decididamente especial con aquella rata.

Shoken consiguió entonces un segundo gato, uno de color jengibre, con un ki increíble y una personalidad agresiva. Este segundo gato no cedió terreno, de esta manera el gato y la rata lucharon; pero la rata lo superó y el gato tuvo que realizar una presurosa retirada.

Buscó un tercer gato, uno de color blanco y negro, lo enfrentó a la rata pero no corrió mejor suerte que los dos anteriores.

Shoken consiguió un gato más, el cuarto; era negro, viejo y no estúpido, pero no era tan fuerte como el gato de callejón o el gato color jengibre. Entró al cuarto, la rata lo miró un poco y avanzó. El gato negro se sentó, imperturbable, y se mantuvo completamente inmóvil. Un titubeo cruzó la mente de la rata. Se acercó cautamente poco a poco; estaba sólo un poquito asustado. Repentinamente el gato la agarró por el cuello, la mató y se la llevó arrastrando.

Posteriormente Shoken fue a ver a su amigo entrenador de gatos y le dijo: "Cuantas veces he perseguido a esa rata con mi espada de madera, pero en vez de golpearla me rasguñaba; ¿cómo pudo tu gato negro deshacerse de ella?"

El amigo le dijo: "Lo que deberíamos hacer es citar a una reunión y preguntarle directamente a los gatos. Tu eres un maestro de Kendo, tú haz las preguntas; estoy bastante seguro de que todos entienden sobre artes marciales".

Así que hubo una reunión de gatos, era presidida por el gato negro que era el más viejo de todos. El gato de callejón tomó la palabra y dijo: "Soy muy fuerte".

El gato negro preguntó: "¿Entonces por qué no la venciste?"

El gato de callejón respondió: "Créanme, soy muy fuerte; sé cientos de diferentes técnicas para atrapar ratas. Mis garras son fuertes y mis músculos me dan un largo alcance. Pero esa rata no era una rata común y corriente".

El gato negro dijo entonces: "Entonces tu fuerza y tus técnicas no se compararon con las de aquella rata. Tendrás mucho músculo y muchas waza, pero la habilidad sola no fue suficiente. ¡De ninguna manera!"

El gato jengibre habló: "Soy enormemente fuerte, estoy constantemente ejercitando mi ki y mi respiración a través de zazen. Me alimento de vegetales y sopa de arroz, por ello tengo tanta energía. Pero me fue imposible vencer a la rata. ¿Por qué?

El gato negro respondió: "Tu actividad y energía son grandes, es cierto, pero la rata estaba más allá de tu energía; eres más débil que la gran rata. Si estás fijándote en tu ki, orgulloso de él, se transforma en algo así como grasa. Tu ki es sólo una explosión transitoria, no puede durar y todo lo que queda es un gato furioso. Tu ki puede compararse con el agua que fluye de una llave; pero el de la rata es como un gran geyser. Esa es la razón por la cual la rata fue más fuerte. Aunque tengas un ki muy fuerte, en realidad es débil pues confías demasiado en ti mismo."

Le llegó el turno de hablar al gato blanco y negro, quien también había sido vencido. El no era muy fuerte, pero era inteligente. Tenía satori, había terminado con waza y utilizaba todo su tiempo practicando zazen. Pero no era mushotoku (eso es, sin metas ni deseos de victoria), y él también se vio forzado a correr para sobrevivir.

El gato negro le dijo: "Eres extremadamente inteligente y fuerte también. Pero no pudiste vencer a la rata pues tenías un objetivo, de tal manera la intuición de la rata fue más efectiva que la tuya. En el instante que entraste a la habitación entendió tu actitud y estado mental y fue por eso que no pudiste vencerla. Te fue imposible armonizar tu fuerza, tu técnica y tu conciencia activa; se quedaron separadas en vez de unirse en una.
"Mientras que yo, en un instante único, usé todas esas tres facultades inconscientemente, natural y automáticamente, y de esa manera me fue posible matar a la rata"

"Pero conozco un gato, en un pueblo no muy lejos de aquí, que es más fuerte aún que yo. El es muy, muy viejo y sus bigotes son grises. Lo conocí una vez, y ciertamente no hay nada que indique que es fuerte! Duerme todo el día. Nunca come carne ni siquiera pescado, sólo genmai (sopa de arroz), aunque a veces toma unas gotas de sake. Nunca ha atrapado una sola rata pues le tienen un miedo mortal y se apartan de él como hojas al viento. Se mantienen tan alejadas que nunca tiene la oportunidad de atrapar ni siquiera una. Un día entró en una casa completamente infestada de ratas; bueno, todas las ratas desaparecieron en ese mismo instante y se fueron a vivir en otras casas. Las podía espantar en sus sueños. Ese gato barbagris es misterioso e impresionante. Deben ser como él: más allá de las posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia." 

Para Shoken, el maestro de kendo, esta fue una gran lección. En zazen, ya estás más allá de posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia.
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jueves, 8 de diciembre de 2016

¿Saben de qué les voy a hablar?

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Cuento de Mulla Nasrudin

Esta historia comienza cuando Nasrudin llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente. 

Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudin, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba. 

Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo: 

- Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.
 
La gente dijo: 

- No… ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte! 

Nasrudin contestó: 

- Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.
 
Dicho esto, se levantó y se fue.
 
La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras Nasrudin se alejaba, dijo en voz alta:

- ¡Qué inteligente!
 
Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡si, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir: 

- Qué inteligente.

- Qué inteligente. 

Hasta que uno añadió: 

- Sí, qué inteligente, pero… qué breve. 

Y otro agrego: 

-Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.
 
Entonces fueron a ver a Nasrudin. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia. 

Nasrudin dijo: 

- No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.
 
La gente dijo: 

- ¡Qué humilde!
 
Y cuanto más Nasrudin insistía en que no tenia nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudin accedió a dar una segunda conferencia. 

Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudin se paró frente al público e insistió con su técnica: 

- Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.
 
La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron: 

- Sí, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido. 

Nasrudin bajó la cabeza y entonces añadió: 

-Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.
 
Se levantó y se volvió a ir.
 
La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó: 

- ¡Brillante!
 
Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir: 

- ¡Sí, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!
 
- Qué maravilloso

- Qué espectacular

- Qué sensacional, qué bárbaro 

Hasta que alguien dijo: 

- Sí, pero… mucha brevedad.

- Es cierto - se quejó otro

- Capacidad de síntesis - justificó un tercero.

Y en seguida se oyó: 

- Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!
 
Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudin para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudin dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenia conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenia que regresar a su ciudad de origen. 

La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudin aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia. 

Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo: 

- Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.
 
Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo: 

- Algunos sí y otros no. 

En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudin con la mirada. 

Entonces el maestro respondió: 

- En ese caso, los que saben… cuéntenles a los que no saben.
 
Se levantó y se fue.
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